La investigación en torno al cáncer es, con toda seguridad, en la que más recursos económicos y humanos se invierten. No en vano, es una enfermedad (un grupo de enfermedades) que afecta a un porcentaje muy alto de la población mundial. En este contexto se desarrolla, desde hace aproximadamente tres décadas, la inmunoterapia, un tipo de tratamiento que va ocupando un espacio cada vez más amplio. 

Pero, ¿en qué consiste exactamente la inmunoterapia? ¿Es un solo tratamiento o hay varios? ¿Sirve para todos los tipos de cáncer? ¿Se usa para algo más? ¿Es cierto que no tiene efectos secundarios?

¿Qué es la inmunoterapia?

Se conoce como inmunoterapia a un tipo de tratamiento que busca reforzar o estimular el sistema inmunitario para combatir enfermedades. El cáncer es una de esas enfermedades; quizá la principal y a la que más esfuerzos se dedican. Pero no es la única.

Se pueden reforzar las defensas del paciente de varias maneras. Una es estimular ese sistema (compuesto por distintas células y proteínas) para que el organismo por sí solo busque y ataque a las células cancerosas. Otra, crear compuestos en un laboratorio semejantes a los que se encuentran en el sistema inmunitario e infundirlas para restaurarlo y destruir el cáncer.

Hay distintos tratamientos de inmunoterapia y no, no todos sirven para todos los tipos de cáncer. De hecho, hay algunos cánceres para los que la inmunoterapia es muy eficaz, otros para los que no y otros en los que una combinación de las dos principales terapias (lo que se conoce como inmunoquimioterapia) es la mejor solución. Por tanto, hoy por hoy, el escenario es, más que de superación de la quimioterapia, de convivencia de ambos tratamientos.

Tipos de inmunoterapia

Hay distintos tratamientos de inmunoterapia, si bien todos buscan el mismo fin (que sea el sistema inmunitario el que destruya al cáncer). Estos son los más utilizados en la actualidad:

  • Terapia CAR-T. Puede que sea el que más se escuche. CAR viene de su acrónimo en inglés (Chimeric Antigen Receptor, receptor de antígeno quimérico en español). Estos receptores se crean mediante ingeniería genética y se unen a las células T, un tipo de glóbulo blanco. Se extraen células T del paciente, se mezclan con el receptor y se devuelven a la sangre para que detecten las células cancerosas, se unan a ellas y las destruyan.
  • Citoquinas. Estas proteínas son las responsables de la comunicación intercelular. El tratamiento con citoquinas las utiliza para que estas “enseñen” a los linfocitos a atacar al cáncer.
  • Inhibidores de puntos de control. El sistema inmunitario tiene, por así decirlo, unos frenos para que su actividad no sea desmedida y ataque a las células sanas. Pues bien, estos inhibidores retiran esos frenos para poder identificar y atacar células cancerosas.
  • Anticuerpos monoclonales. Estos anticuerpos se crean en el laboratorio y se infunden en el paciente para que ataquen a una parte muy específica de la célula tumoral.
  • Virus oncolíticos. En este caso, la ingeniería genética modifica determinados virus para que, integrados después en el paciente, se encargan de infectar a las células tumorales a las que necesita destruir.
  • Vacunas. Cuando pensamos en vacuna imaginamos una inyección que nos protege de enfermedades infecciosas y sí, las hay de tipo preventivo (como la del papiloma humano, que causa cáncer), pero también existen otras que tratan estas enfermedades.​

Constantemente se experimentan nuevos potenciales tratamientos, como el basado en el ARN que se está desarrollando en la actualidad. Algo magnífico de la inmunoterapia es la velocidad a la que progresa.

¿Para qué tipos de cáncer es más eficaz?

Hoy por hoy, la inmunoterapia funciona especialmente en los cánceres de vejiga, cabeza, cuello, pulmón, mama, algunos tipos de cáncer hepático y también para muchos de tipo hematológico (linfomas, leucemias…). Sin embargo, hay constantemente proyectos en marcha para investigar inmunoterapias que luchen contra otros cánceres.