El concepto de turismo sostenible cada vez tiene más adeptos. No es, aunque lo parezca, una idea nueva: se remonta a los años noventa, cuando empezaron a medirse los efectos medioambientales del turismo en el planeta. La Organización Mundial del Turismo introdujo una serie de directrices encaminadas a que viajar y conocer nuevos sitios tenga el menor impacto posible sobre estos y, de paso, genere riqueza y prosperidad.

Obviamente, se trata de una noción muy grande, y son los gobiernos de los distintos países los que tienen que asumir las principales iniciativas. Pero cada uno de nosotros puede aportar su granito de arena al turismo sostenible: entre todos podemos cuidar de nuestro planeta a la vez que disfrutamos de nuestro merecido descanso. He aquí algunas ideas:

Viajar en medios sostenibles

El primer paso para el turismo sostenible es desplazarse dejando la menor huella de carbono posible (lo que conocemos como movilidad cero emisiones). El tren y los coches eléctricos son los medios ideales para desplazarse por tierra (y en patinete eléctrico dentro de tu lugar de destino); si vas a volar, compañías como Iberia ya están apostando por los biocombustibles incluso en sus vuelos trasatlánticos.

Ahorrar agua y electricidad

Son recursos limitados. Lo sabemos y por ello tenemos que aplicar en nuestros viajes la misma filosofía que en casa: no dejar luces encendidas ni electrodomésticos funcionando si no los usamos, cortar el agua cuando nos enjabonamos en la ducha o nos cepillamos los dientes…, son gestos que contribuyen a que en nuestro lugar de destino dejemos poco impacto.

Reducir al máximo los residuos

Hacer compras libres de plástico y adquirir solo lo imprescindible son algunas ideas para evitar que se genere demasiada basura.

Comprar en pequeños comercios

Otra de las claves del turismo sostenible es que contribuye a la economía del lugar. Los pequeños comercios tienen la posibilidad de incrementar sus ingresos con la afluencia de turistas. Apostemos por ellos siempre que podamos y fomentemos el concepto de lo «glocal».

No pretender imponer nuestra cultura o modo de vida

Algo que debemos tener en cuenta cuando estamos visitando un lugar es adaptarnos a su manera de hacer las cosas. Quienes viajan desde las grandes ciudades, por ejemplo, están acostumbrados a unos tiempos de respuesta cortos, producto de la agitada vida en la urbe. Si visitas un pequeño pueblecito, una isla remota o una zona de montaña, tenlo en cuenta. Y de paso, sumérgete en su gastronomía: es la mejor manera de conocer un lugar y conectar con él.

Respetar el patrimonio

Puede que las vacaciones elegidas sean en un lugar lleno de tesoros arquitectónicos o arqueológicos. Defender y proteger su patrimonio artístico y cultural es esencial, además de que huelga decir que cualquier acto de vandalismo contra un bien de interés cultural está penado.

Proteger al máximo los bosques, playas y entornos naturales

Lo mismo aplica a los entornos naturales. Un parque natural, una playa, un bosque…, son lugares en los que debemos dejar la menor huella posible. Nada de hogueras, basura abandonada o actos que impliquen un daño a la naturaleza.

¿Apuestas por el turismo sostenible? Alójate en hoteles sostenibles

Cada vez más hoteles apuestan por la sostenibilidad con gestos que reducen la huella de carbono. Son lugares con un considerable gasto de agua y electricidad que aplican normas dirigidas a reducir el impacto medioambiental: iluminación de bajo consumo, productos de kilómetro cero, energía renovable, etcétera.

Protege la biodiversidad

Quizá tu viaje incluye una inmersión en un arrecife de coral, o un viaje en barco por la costa. O estáis en un monte con una fauna y flora únicas. Si estás en un lugar especialmente protegido, infórmate bien de cómo interactuar con el entorno para no dañarlo.

Llévate un recuerdo… hecho allí

Seguramente querrás llevarte algo que recuerde tu paso por tu zona de vacaciones. Elige productos hechos en la zona: son la expresión de sus tradiciones, favorecen la economía local y contribuyen a la diversidad cultural.