Vivimos un momento único: la tecnología avanza más que nunca, sus aplicaciones llegan cada vez más rápido a todo el tejido empresarial y, en paralelo, todo ello está atravesado por una preocupación global: el cuidado del medio ambiente y la eficiencia energética. Debemos, de un lado, aprovechar al máximo la energía de la que disponemos y no desperdiciarla; del otro, intentar que esa energía sea lo menos contaminante posible. En ese cruce de innovación y sostenibilidad surge el concepto de simbiosis industrial.
La simbiosis industrial: combinar lo limpio con lo innovador
Nociones como la de economía circular o la de economía dónut tienen mucho que ver con esta idea. Tenemos, de un lado, el concepto de simbiosis, una relación de ayuda o apoyo mutuos en la que ambas partes ganan algo. Sucede continuamente en la naturaleza. Pues bien, aquí esta idea se aplica a las empresas: la simbiosis industrial es una estrategia de aprovechamiento en la que los residuos generados por una son la materia prima de la otra. De esta manera, la primera logra reducir prácticamente a cero sus residuos y la segunda los reutiliza de manera que fomenta la producción con energías limpias.
Por ejemplo, una empresa de industria alimentaria genera residuos que pueden servir para crear pienso para animales. De una empresa maderera se puede obtener materia prima procedente de sus desechos para crear pellets (biomasa) que sirva para generar energía.
Beneficios de la simbiosis industrial
- Reduce el consumo de energía y, en consecuencia, la emisión de gases de efecto invernadero.
- Reduce costes en energía, materia prima e incluso espacio físico, ya que las empresas implicadas pueden compartirlos para promover esa relación.
- La gestión de residuos pasa a ser una fuente de ingresos en lugar de un coste añadido.
- Preserva los recursos naturales, directa e indirectamente.
- Genera una cultura de la sostenibilidad transmisible a otros ámbitos profesionales y personales.
- Puede abrir nuevas líneas de negocio y generar puestos de trabajo de nueva creación.
Un win-win que hay que saber implementar
Si se dan las circunstancias para desarrollar un proyecto de este tipo, solo tiene ventajas. Pero es importante saber cómo hacerlo:
- Es imprescindible la cercanía. De hecho, lo ideal es que se encuentren en el mismo espacio o en espacios contiguos. ¿El motivo? Trasladar los residuos que se convertirán en materia prima conlleva un gasto de energía que hay que reducir al máximo.
- La generación de residuos debe ser el principal activo de la otra empresa. Si solo son una línea de negocio residual, es probable que dicha sinergia se rompa o no prospere.
- Lo ideal de una relación simbiótica entre empresas es que dicha simbiosis dé lugar a un nuevo proceso o flujo de trabajo que aporte valor a las dos compañías.
- La simbiosis industrial debe, además, trasladarse al ámbito interpersonal: el intercambio de conocimientos en los procesos es vital para que ambas partes cooperen optimizando sus recursos.
Reducir el impacto ambiental no es una opción, sino una necesidad. Si además logramos con ello generar beneficios tanto económicos como de evolución tecnológica, ¿por qué no probar?