Hoy, la investigación sanitaria se enfoca cada vez más hacia la llamada medicina de precisión. Llamamos medicina de precisión a aquella que aplica un tratamiento personalizado a cada paciente, teniendo en cuenta sus características individuales. Estas pueden tener un origen químico (poseen en mayor o menor medida determinadas moléculas, sustancias, etc.) o genético (cuentan con genes que los predisponen a esta o aquella enfermedad). Pero ¿cómo podemos conocer esas especificidades de cada individuo? Aquí es donde entran los biomarcadores y su importancia en esta nueva manera de enfocar la ciencia médica.

¿Qué son los biomarcadores?

Los biomarcadores o marcadores biológicos son ciertas moléculas cuya expresión en un individuo las convierte en indicadoras de un determinado estado de salud. Para que un biomarcador se considere como tal, ha de poder ser medido de manera objetiva.

La presencia en mayor o menor medida de una molécula, una proteína, etcétera, nos puede indicar si una persona está sana, enferma, cuenta con un factor de riesgo para padecer en el futuro una determinada dolencia o responderá a una terapia determinada.

Tipos de biomarcadores

Por su naturaleza o su fin, hay distintos tipos de biomarcadores:

  • Pronósticos. Este tipo de biomarcadores informarán al especialista del estadio de la enfermedad: si está en remisión, si se agrava, si ha desaparecido…
  • Predictivos. Indican la capacidad de recuperación de un determinado tratamiento. Predicen resultados clínicos y, entre ellos, están los genes cuya expresión puede ser indicadora de un proceso tumoral, las mutaciones de dichos genes, etcétera.
  • Diagnósticos. La presencia de una determinada proteína, sustancia, etc., en un individuo permite afinar mejor el diagnóstico de una determinada enfermedad.

Ejemplos concretos

La existencia de los biomarcadores no solo permite diagnosticar mejor y prevenir recaídas o daños colaterales a pacientes, sino que además se están potenciando las investigaciones dirigidas a encontrarlos. Son muchísimos los que se van hallando y se incorporan a la literatura clínica para seguir avanzando no solo en su conocimiento, sino también en encontrar posibles terapias que curen enfermedades graves. Estos son algunos:

  • Colágeno tipo I, biomarcador del cáncer de pulmón más frecuente. Una investigación reciente ha encontrado que la expresión de este tipo de colágeno en un entorno tumoral indica un mal pronóstico y un mayor riesgo de metástasis. Saber esto puede abrir la vía a nuevos fármacos.
  • PSA en cáncer próstático. Esta proteína (antígeno específico prostático, prostate specific antigen en inglés) en sangre es una importante señal de cáncer de próstata. Dicho biomarcador lleva usándose años y es común pedir en un análisis bioquímico la expresión de PSA en sangre cuando hay sospecha de esta enfermedad.
  • Proteínas beta-amiloides en la enfermedad de Alzheimer. Una de las enfermedades en las que más se está investigando esta enfermedad neurológica, que afecta a cerca de un millón de personas en nuestro país. Aunque todavía no tiene cura, ya son varios los biomarcadores que se manejan, tal como indican desde la Fundación Pasqual Maragall.
  • Volumen de materia gris y tabaquismo. Otro estudio reciente, este procedente de Beijing y Reino Unido, halló que un menor volumen de materia gris en una parte del lóbulo frontal izquierdo se asocia a la adicción al tabaco.