Contar con un mundo sostenible afecta a todos los campos, también al de la salud. Pero ¿cómo se logra ser sostenible en un ámbito tan sensible como es el sociosanitario? Puede parecer complejo; sin embargo, hay una serie de medidas que contribuyen a la eficacia del sistema y de la salud de la población.

Promover el autocuidado

Uno de los problemas con los que cuenta el sistema sanitario es el del aumento de las enfermedades crónicas. Esto se debe, por una parte, al envejecimiento de la población, que contribuye a que el sistema sea menos sostenible (a más personas mayores, más enfermos/as en potencia). Por otro, a que los hábitos de vida han aumentado el sedentarismo (que a su vez impacta en la salud). El autocuidado se vuelve imprescindible para sostener el sistema de salud: si nos cuidamos más, iremos menos al médico.

Acortar los tiempos de hospitalización

Con estos parámetros, reducir los días que una persona pasa en el hospital no solo redunda en su salud física y mental (menor riesgo de infecciones, mayor bienestar), sino en la disponibilidad de habitaciones para eventuales ingresos. Esto se logra de muchas maneras: por ejemplo, con procedimientos quirúrgicos menos invasivos, con protocolos de actuación estandarizados y con ciertos procesos que se puedan hacer a distancia (vía telefónica u online).

Reducir la brecha sanitaria

Volvamos al primer punto: el aumento de la longevidad hace que haya más enfermos crónicos, muchos de ellos con cardiopatías. La Sociedad Española de Cardiología advertía recientemente en una encuesta que hay una gran desigualdad de acceso a un especialista según viva el paciente en una gran ciudad o en un pequeño municipio. Un sistema de salud sostenible implica una equidad en el acceso a los recursos sanitarios.

La sostenibilidad en la salud implica un menor gasto farmacológico

La disponibilidad de ciertos medicamentos para personas que los necesitan se ve a veces comprometida. Evitar recetar medicamentos cuando no son imprescindibles y, sobre todo, fomentar los hábitos saludables en lugar de la medicación son esenciales para que la salud y el sistema sanitario puedan tener continuidad sin entrañar dificultades.

Implicar al paciente

El paciente debe dejar de ser un sujeto pasivo, que recibe las instrucciones del médico, para ser parte activa y tomar decisiones sobre su salud. Integrarlo en el proceso, darle toda la información para que ejerza su derecho a elegir y formarlo para que siga las pautas que necesita para estar sano son también uno de los pilares en los que se sustenta la sostenibilidad del sistema.

Investigación

La investigación también implica sostenibilidad. Por un lado, porque se enfoca a la reducción de costes (no solo económicos; también en términos de salud física y mental). Por otro, porque cuanto más se sabe sobre salud, de más y mejores herramientas se dispone para abordar un problema, de manera que el facultativo y el paciente no van a tener una, sino varias posibles vías de solución.

En este sentido, la introducción de otros campos en la salud como son la informática y la matemática (modelos matemáticos, inteligencia artificial) ayudan a predecir enfermedades, pronósticos, riesgos…, con un coste mucho menor y una eficacia mucho mayor.