¿Puede la irrupción de las nuevas tecnologías contribuir a la sostenibilidad? Sin duda. La llegada de internet a nuestras vidas y todas sus derivaciones (webs, redes sociales, aplicaciones móviles) tiene múltiples maneras de servir a la sociedad. Una de las más interesantes se ha dado en llamar economía colaborativa. Pero ¿qué es exactamente, cuáles son sus fundamentos y de qué manera ayuda a ahorrarle recursos al planeta? Lo vemos.

¿Qué es la economía colaborativa?

Este modelo económico, cada vez más incorporado a nuestros hábitos de consumo, consiste en el uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación para alquilar, comprar o vender bienes o servicios, de manera que ahorra recursos al planeta y dinero a quienes participan de este acto de compraventa. Hablamos fundamentalmente de particulares, aunque también puede darse entre empresas y personas. Todos conocemos, por ejemplo, plataformas en las que cualquiera de nosotros pone a la venta un mueble, libros o ropa que ya no usa. Con este gesto no solo recupera parte del dinero que le costó (se vende a un precio más bajo que si fuera nuevo), sino que además contribuye a alargar el ciclo de vida de ese producto (lo que se conoce como economía circular). Pero esta es solo una parte de la economía colaborativa. Hay otros ejemplos.

¿Cuántos tipos de economía colaborativa existen?

Hoy por hoy, los más pujantes son estos:

  • Consumo colaborativo. Se trata del intercambio de bienes o servicios entre dos particulares. Puede ser un intercambio económico (alguien pone algo a la venta de su propiedad y otro lo paga) o mediante trueque (alguien ofrece algo a cambio de un bien o servicio que necesita). En lo que respecta al trueque existen iniciativas como los bancos de tiempo. Compartir coche (y promover así la movilidad sostenible), comprar comida en buen estado que iba a ser descartada…, son otros ejemplos.
  • Financiación colaborativa. El crowdfunding es el caso más claro: queremos poner en marcha un proyecto para el que nos falta capital y ofrecemos a quienes participen como socios capitalistas una parte de los beneficios, acciones, etcétera. Lo habitual en estos casos es que muchas personas aporten poco dinero, de manera que el riesgo es mínimo para el inversor.
  • Conocimiento abierto. Personas o colectivos comparten conocimientos libres de derechos de autor con la comunidad internauta con el único fin de difundirlo y sin ánimo de lucro. Bibliotecas virtuales, cine, música, datos científicos…, son algunos de los campos en los que esta propuesta del acceso libre al conocimiento es más fructífera.
  • Producción colaborativa. Son asociaciones de dos o más personas, a menudo a través de internet, que se unen para sacar adelante un proyecto. Cada parte se ocupa de un módulo independiente de la otra, de manera que pueden trabajar en distintos horarios y sin depender de cómo avance el otro.

¿Cómo nos beneficia?

La economía colaborativa tiene múltiples beneficios:

  • Ahorro. En un mundo en el que las crisis económicas se solapan, ahorrar dinero es una prioridad. Vender algo a un precio menor que el del mercado es un beneficio para las dos partes: la que vende recupera parte de lo invertido y la que compra gasta menos de lo esperado.
  • Aumento de la oferta. Al popularizarse este tipo de sistemas, estamos incrementando la oferta para el potencial comprador.
  • Sostenibilidad. ¿Cuántos objetos en buen estado terminan en la basura? Con este sistema alargamos el ciclo de vida de los mismos y evitamos que se fabriquen demasiados.
  • Medio ambiente. Al reutilizar o compartir estamos evitándole emisiones de C02 a la atmósfera.