¿Qué son los sensores infrarrojos y para qué se utilizan?
Los sensores infrarrojos trabajan con una parte de la luz que no vemos, la radiación infrarroja. Gracias a ella pueden detectar presencia y movimiento, medir temperatura a distancia, reconocer objetos muy cerca o incluso estimar la concentración de gases en el aire. Esa versatilidad explica por qué están en alarmas, domótica, termómetros sin contacto, mandos a distancia o control de ventilación.
En esta guía verás qué es un sensor infrarrojo, cómo funciona en la práctica y dónde se usa de verdad, además de un repaso sencillo a los tipos de infrarrojo y a qué pueden medir según su diseño. La idea es que termines con criterios claros para elegir y ubicar el sensor adecuado.
¿Qué es un sensor infrarrojo?
Un sensor infrarrojo es un dispositivo que detecta radiación infrarroja (luz no visible asociada al calor) y la convierte en una señal eléctrica para tomar decisiones: encender una luz, disparar una alarma, mostrar una temperatura o informar de que hay más CO₂ de lo deseado. Puede hacerlo sin emitir nada, emitiendo un pequeño haz y “leyendo” su reflexión, o analizando energía en longitudes de onda concretas cuando interesa medir temperatura o gases.
Cómo funcionan en la práctica
Pensemos en tres comportamientos típicos. Los sensores pasivos detectan cambios de calor cuando una persona entra en su campo de visión; por eso son ideales para presencia y movimiento en seguridad o iluminación. Los activos envían un haz infrarrojo y ven si algo lo refleja o lo corta para decidir si hay un objeto delante; sirven para proximidad y conteo. Por último, cuando lo que quieres es medir, entran los sensores que captan energía térmica para estimar temperatura sin tocar o que leen absorciones características de ciertos gases para controlar la calidad del aire.
¿Dónde se utilizan con más frecuencia los sensores infrarrojos?
En seguridad y domótica, los detectores de movimiento de las alarmas usan elementos sensibles al calor y una lente de Fresnel que “segmenta” la escena para captar mejor el paso de una persona. En salud y mantenimiento, la medición sin contacto permite tomar temperatura o localizar puntos calientes con cámaras térmicas que trabajan en el llamado infrarrojo lejano. Y en consumo y edificios, los mandos de televisión y sensores de proximidad usan haces infrarrojos cercanos, mientras que los medidores de CO₂ para ventilación leen cuánta luz “desaparece” al cruzar esa banda del gas.
Fundamentos del infrarrojo
La radiación infrarroja se divide, de forma práctica, en cercana, media y lejana: el infrarrojo cercano se usa mucho en mandos y óptica. El medio es el territorio de la química, es decir donde distintas moléculas absorben la luz de formas reconocibles. El lejano es el que más aprovechamos para termografía y lectura de calor.
¿Qué tipos de infrarrojos existen?
En el cercano se mueven, por ejemplo, los mandos a distancia de 940 nanómetros; en el medio, los sensores que miden gases porque aprovechan sus bandas de absorción y en el lejano, las cámaras térmicas visualizan pérdidas de calor o puntos calientes en cuadros eléctricos, paredes o tejados. Cada banda encaja con un fenómeno físico distinto, y por eso no existe “un único infrarrojo” válido para todo.
¿Qué miden los sensores infrarrojos?
Los sensores infrarrojos miden presencia y movimiento, temperatura sin contacto, proximidad y concentración de gases. En la práctica se aplica al encender luces al pasar, vigilar una estancia, tomar una temperatura sin tocar, abrir una puerta automáticamente o ajustar la ventilación según el CO₂ del ambiente.
Sensores infrarrojos: guía rápida para no fallar
Decide primero qué quieres detectar o medir y en qué entorno. Si buscas presencia barata y fiable, un detector de movimiento pasará el examen; si necesitas temperatura o imagen térmica, ve a soluciones que “lean calor” en el infrarrojo lejano; y si tu prioridad es la calidad del aire, apuesta por sensores que miren la absorción del gas en su banda característica.