El uso de la tecnología se ha impuesto en nuestra vida diaria. Los avances en aplicaciones móviles, por ejemplo, se dispararon durante los meses más restrictivos del COVID, y el teletrabajo ha llegado para quedarse. Sin embargo, dichos avances han mostrado la cara menos amable de la tecnología: la brecha digital en la tercera edad.
Datos del INE de 2019 muestran esa brecha claramente: mientras el 90% de la población de entre 16 y 24 años había utilizado internet durante los últimos tres meses; esa cifra bajaba al 63% en la población de 65 a 74 años, y al 23% en las mayores de 75.
Los problemas derivados de la brecha digital en la tercera edad
Esto, que parecía casi anecdótico cuando los smartphones no estaban tan desarrollados, se ha convertido en un problema. Muchos de los servicios que prestan, por ejemplo, los bancos o el sistema sanitario, se resuelven a través de las aplicaciones móviles. Y hablamos solo de una pequeña parte de lo que sucede:
- Les cuesta mucho más trabajo pedir una cita con su médico.
- La reducción de empleados de banca y la tendencia a hacerlo todo online los deja sin acceso a su propio dinero.
- Están más expuestos a estafas y ciberataques.
- Se reduce la socialización con su entorno (videollamadas, correos electrónicos, vídeos, WhatsApp, etcétera), especialmente si viven solos.
El confinamiento, el momento decisivo
Y fue el COVID el que más visibilizó la brecha digital en la tercera edad. Sin poder salir de casa, y con sus competencias digitales por debajo de las del resto de la población, muchos no podían comprar online, hacer transacciones económicas o una simple videollamada a su familia para estar en contacto con ella. La propia pandemia sirvió, en muchos casos, para que instituciones y particulares se pusieran manos a la obra y ayudaran a nuestros mayores a ponerse al día con la tecnología. Porque es importante desterrar el mito de que no saben: saben si se les enseña, como nos pasa a todos. Solo un pequeño porcentaje de la población es nativa digital.
Cómo reducir la brecha digital en los mayores
- En primer lugar, en especial a los que menos contacto tienen con la tecnología, hay que hacerles entender que es importante que adquieran ciertos conocimientos para manejarse en el mundo actual.
- Comienza mostrándole alguna aplicación que le entretenga: un juego, un software de retoque digital, una web con temas que le interesen… La mejor forma de familiarizarse con algo que les es ajeno es con la parte lúdica. Así perderá el respeto a las tecnologías.
- No pretendas enseñarle todo de golpe: dedica media hora al día y explícale el uso de una aplicación. Repetid el proceso para comprobar que lo ha interiorizado. Quizá para él o ella sea bueno anotar el paso a paso en una libreta.
- Explícale los peligros que conlleva, en especial los potenciales estafadores. Dile que no se fíe de llamadas o mensajes extraños y que, ante la duda, se ponga en contacto con su banco, nunca por el medio que el estafador le ofrece. Por más aprendizaje automático que tengan los dispositivos, muchos tipos de estafa se siguen colando a través del móvil.
- Proponle hacer una videollamada a la semana, pero que tiene que ser él o ella quien la inicie.
- Reduciendo la brecha digital en la tercera edad se reduce también la generacional: si hay un adolescente en la familia, encárgale que le explique TikTok, Instagram o alguna otra red social amable con ellos, para que miren perfiles que les interesen más que para publicar.
- En los ayuntamientos, centros de mayores, universidades, etcétera, se suelen organizar cursos para introducir a los mayores en las tecnologías. Apuntarse a uno le servirá para sentirse más cómodo entre sus iguales y, de paso, conocer gente.