La logopedia es una de esas profesiones de las cuales solo vemos la parte más evidente. Sin embargo, abarca mucho más que lo evidente, que es enseñar a hablar. Detrás hay mucho trabajo pero, sobre todo, una labor de acompañamiento esencial para algunas personas. Para ellas, un logopeda es vital en su desarrollo. Vamos a ver qué es un logopeda exactamente, el por qué su labor en ocasiones llega a ser imprescindible y en qué espacios interviene.
¿Qué es un logopeda?
Un logopeda es un profesional en cuya área de conocimiento confluyen las ciencias de la salud, la lingüística y la psicología. Los logopedas evalúan los trastornos de la comunicación o del lenguaje, ofrecen un diagnóstico y, cuando procede, intervienen para revertirlos o mejorarlos.
Para que nos hagamos una idea, alrededor de un 7% de los niños y niñas padecen algún trastorno del lenguaje y cuanto antes se intervenga, mucho mejor. No solo porque la evolución es más rápida, sino porque los niños con algún trastorno del lenguaje pueden enfrentar, a medio y largo plazo, problemas de salud mental (pueden ser víctimas de acoso, por ejemplo).
Estos profesionales actúan en el ámbito del lenguaje oral, pero también escrito e incluso gestual. Se ocupan de alteraciones en la voz, de la audición e incluso de la masticación, deglución, succión, respiración…
Lo habitual es que, cuando pensamos en un logopeda, lo imaginemos atendiendo a niños, pero también trabajan con adultos cuando, por daños de diversa índole, necesitan volver a aprender a hablar, por ejemplo.
Enfermedades más frecuentes tratadas por un logopeda
Antes de nada hay que decir que un logopeda puede tener que tratar a una persona que, simplemente, presenta un trastorno del lenguaje. Pero es frecuente que forme parte de un equipo multidisciplinar que está actuando para mejorar otras condiciones. Por ejemplo, en trastornos del espectro autista o en niños o adolescentes con TDAH. Su área de intervención debe ser en coordinación con otros profesionales que estén proporcionando atención a ese mismo paciente.
El Consejo General de Colegios de Logopedas las enumera con mayor detalle, pero estas son algunas de las condiciones que aborda más frecuentemente un logopeda: tartamudez, dislexia, dislalia (la dificultad para pronunciar ciertos fonemas), disartria (dificultad para mover los músculos que nos permiten hablar correctamente), hiperlexia (la capacidad de leer rápido a edad muy temprana y que suele estar relacionada con el TEA), afasia, disfasia (ambas son trastornos que dificultan la expresión y comprensión escritas y habladas), etcétera. En resumen, aquellas alteraciones que afecten al habla, el lenguaje, la lectoescritura e incluso la de
¿Cómo actúa el logopeda infantil?
Lo normal es que o bien el centro escolar o bien los padres adviertan al especialista de dicha posibilidad. Tras una evaluación y diagnóstico, el logopeda actúa en consecuencia. Hay tres niveles de intervención, en líneas generales:
- Casos leves que el profesor del centro puede abordar con sus conocimientos. Simplemente el desarrollo de las habilidades del lenguaje es algo tardío, pero en un espacio breve de tiempo el alumno se pone al nivel del resto.
- Un segundo nivel, en el que el niño necesita un apoyo adicional que suele darse en grupos reducidos.
- Apoyo intensivo y personalizado, con un plan de trabajo hecho a medida, para los casos más agudos.
¿Dónde trabajan?
Hay varios ámbitos en los que un logopeda desarrolla su labor:
- Hospitales y centros de salud.
- Espacios socio-sanitarios, como asociaciones, centros de rehabilitación y convalecencia o residencias geriátricas.
- Escuelas. Puede ser tanto personal interno como externo, y prestar sus servicios de apoyo cuando se le requiere.
- Centros de educación especial, de atención temprana, etcétera.