Los coches eléctricos tienen una larga historia (el primero data de 1888), pero su comercialización es relativamente reciente. Eso sí, han llegado para quedarse. Cada vez son más las personas que optan por la movilidad de cero emisiones. Son vehículos que gastan poco y que contribuyen a mantener un planeta más limpio. Sin embargo, aún quedan algunos obstáculos para que se convierta en la primera elección para la mayoría de los conductores. ¿Cómo serán los coches del futuro y cuáles son las mejoras que vienen para que compita en igualdad de condiciones con los de combustibles fósiles? Estos son los retos principales.
Las baterías de los coches del futuro, más baratas
Hoy por hoy, los coches eléctricos son algo más caros, entre otras cosas, por el coste de sus baterías. Según una encuesta realizada en 2021 a los lectores del portal Movilidad Eléctrica, más del 77% ponía como impedimento a la adquisición de un vehículo eléctrico. Tener baterías más baratas es vital para que los coches del futuro sean eléctricos y más baratos que los tradicionales. Según la consultora BloombergNEF, en 2027 un coche de combustión será más caro que uno eléctrico, y en 2030 las baterías se abaratarán en casi un 60% con respecto a las actuales. Una excelente noticia.
Mayor autonomía y más puntos de recarga
La autonomía media de un vehículo eléctrico actual se mueve en torno a los 300 o 400 kilómetros. Es decir, no hay tanta diferencia con un vehículo de combustión de tamaño medio. Lo que sí marca un punto de inflexión, es la falta de lugares de repostaje. Actualmente, hay unos 12.000 puntos de recarga de acceso público, una cantidad claramente insuficiente. El sector de la movilidad eléctrica demanda una red de 70.000 puntos para 2023, creciendo así hasta los 340.000 en 2030. Solo así es viable un parque móvil de vehículos eléctricos que sustituya a los de combustible fósil. El coche del futuro, sin lugares donde repostar, no es sostenible.
Menor tiempo de carga
Si antes hablábamos de baterías más económicas, estas tienen por fuerza que ser más eficaces y deben poder cargarse más rápido. Este es otro de los obstáculos que varían entre un coche que funciona con gasolina o diésel y el eléctrico. El acto de cargar el depósito de un vehículo tradicional apenas nos lleva un par de minutos, mientras que uno eléctrico tarda, en el mejor de los casos, (en una estación de carga con punto rápido y al 80% de su capacidad) media hora. Es cierto que también es cuestión de cambiar de hábitos (una carga doméstica por la noche, mientras dormimos, tendrá el coche a punto en un espacio de entre 4 y 8 horas), pero la eficacia en la carga debe mejorar notablemente.
Alternativas a la crisis de los semiconductores
Uno de los grandes problemas hoy en la industria automovilística es la crisis de los semiconductores, que está ralentizando y en ocasiones paralizando la producción. Los semiconductores son elementos químicos que se comportan como conductores de la electricidad o como aislantes dependiendo de diversos factores. Por ese motivo, están muy cotizados en este sector y su demanda no pudo cubrirse; en parte debido a la pandemia y, por otra, por problemas de abastecimiento de origen geopolítico (China detuvo su exportación). Se calcula que en 2023 estará solucionado, por lo que a partir de ese momento se podrán implementar todas las mejoras en desarrollo.
Otras energías
En la actualidad, la tecnología del coche eléctrico es la más desarrollada, pero ya se buscan otras fuentes de energía que sustituyan a la gasolina y al diésel. Los primeros vehículos que funcionan con energía solar, ya se pueden pedir bajo demanda, y el hidrógeno verde parece estar listo para hacer funcionar los motores de los vehículos.