Como en otras ocasiones, ese perfeccionismo llevado a su extremo te ha hecho enviar tarde y con prisas la presentación. Y las dudas sobre lo que pudiera no estar a la altura en ella te están reconcomiendo por dentro. Esto se denomina autoexigencia y perfeccionismo.

¿Te resulta una escena familiar? Tal vez lo hayas experimentado, o tal vez conozcas alguien en tu entorno que suela pecar de autoexigente y perfeccionista. 

Aunque ser perfeccionista es sin duda una buena cualidad en diferentes ámbitos, se puede convertir en un arma de doble filo cuando nos impide sacar adelante el trabajo al no resultarnos nunca lo suficientemente bueno. 

En este artículo echamos una mirada detenida a la autoexigencia y el perfeccionismo en el trabajo, ayudándote a entender si estos rasgos de la personalidad pueden estar generando un impacto negativo en tu desempeño laboral.

AUTOEXIGENCIA Y PERFECCIONISMO EN EL TRABAJO

Mi principal defecto es que soy muy perfeccionista. ¿Cuántos entrevistadores habrán escuchado esa frase en un proceso de selección? Es la típica respuesta precocinada para abordar las debilidades en el trabajo sin tener la sensación de estar tirando piedras sobre nuestro propio tejado.

Aún así, lo cierto es que hay una gran verdad implícita en esa afirmación: el perfeccionismo obsesivo no siempre resulta de gran ayuda dentro del entorno de trabajo, pudiendo generar el efecto opuesto. De hecho, un perfeccionismo o autoexigencia mal calibrados pueden conducir a situaciones como las siguientes:

  • Procrastinar indefinidamente las obligaciones:

Cuando no resulta factible alcanzar la perfección deseada, es posible que el perfeccionista postergue o procrastine ciertos trabajos de forma crónica en el tiempo, no llegando nunca a completarlos.

  • Abogar por la perfección extrema:

Con frecuencia, quien es demasiado perfeccionista suele estar a la defensiva respecto de aquellas personas que cuyos estándares respecto de lo que es un trabajo bien hecho no coinciden con los suyos.

  • Maquillar la realidad:

En aquellos casos en los que el perfeccionista obsesivo no ha llegado al nivel de calidad esperado en el trabajo, podría tender a ocultarlos o a tratar de hacerlos pasar desapercibidos.

También es importante conocer algunos de los comportamientos más habituales entre quienes buscan la mayor autoexigencia y perfeccionismo en sus respectivos trabajos:

  1. Suelen crear unas expectativas inalcanzables sobre sus trabajos para poder estar satisfechos con éstos. 
  2. El miedo constante a fallar les aleja a menudo de avanzar, quedándose bloqueados sin ser capaces de progresar.
  3. La búsqueda constante de la perfección suele generar en ellos una situación de ansiedad permanente.
  4. Una mentalidad tan critica con el propio desempeño puede magnificar hasta los errores más insignificantes, por pequeños que éstos sean.

CÓMO LIDIAR CON UN PERFECCIONISMO OBSESIVO EN EL TRABAJO

Aunque la búsqueda constante de la perfección y la autoexigencia pueda resultar aparentemente benigna, lo cierto es que puede tener un impacto negativo en el trabajo en términos de productividad, eficiencia y en el trabajo colaborativo. 

Para quienes deben lidiar con la sensación de estar dejando las cosas siempre en un punto mejorable, los expertos recomiendan tomar medidas como las siguientes:

  • Identificar el objetivo específico de cada trabajo:

Esto es importante porque, muy a menudo, alcanzar la perfección responde más al objetivo de la persona que está desarrollando el trabajo (y a su ansia de que todo sea perfecto según sus propios estándares) que de los requerimientos del propio trabajo en sí. 

  • Aprender a fijar metas realistas:

Es decir, establecer unos objetivos para los que sepamos en qué punto los daremos por alcanzados. De esta forma, eliminaremos esa permanente búsqueda de un estándar de calidad que es inalcanzable a todas luces.

  • Relativizar la importancia de cada trabajo:

También es recomendable reflexionar sobre el papel de cada tarea. Tal vez no resulte necesario darle tantas vueltas a ese briefing preliminar que nos ha pedido nuestro jefe simplemente para tener una idea de la situación actual. 

  • Entender las consecuencias de un excesivo perfeccionismo:

Como, por ejemplo, ser conscientes de los retrasos habituales que caracterizan nuestros trabajos, del estrés que generamos a nuestro alrededor o del simple hecho de las cosas que no logramos finalizar.

Las dosis adecuadas de perfeccionismo en el trabajo serán buenas siempre que éstas se traduzcan en algo positivo, como el hecho de tener unos altos estándares de exigencia.

Aparte, si entendemos el impacto negativo de nuestra búsqueda constante de la perfección, seguramente seamos más capaces de gestionarla.