-¿Teletrabajo con niños? Tal como está ahora, no lo haría -me dice Eva, desde el despacho que se ha montado en casa-. Te voy a colgar porque mi hija está llorando de mala manera.
Desde el inicio del estado de alarma y la implementación del trabajo desde casa, para muchos de nosotros, situaciones como esta son cada vez más frecuentes.
Cuelgo en un adiós expeditivo que sé que me agradece. Eva teletrabaja desde que se decretó el estado de alarma. A su marido le hicieron un ERTE y al final casi ha sido una suerte porque ha podido dedicarse a la niña de 4 años que tienen en común, mientras ella trabaja a distancia para una productora audiovisual. Es jefa del departamento de I+D.
-Él se ha ocupado de la niña -me cuenta-. Pero los niños necesitan de los dos. La nena me ha visto súper pendiente de las videoconferencias, y yo la oía que lloraba. “Mami, mami”. Me gusta mucho mi trabajo y en ocasiones llego a anteponerlo a la niña. Por obligación, pero creo que algo bueno que ha ocurrido es que ha aprendido a esperar. Aunque, como madre, me siento culpable.
Y eso que Eva se lo ha podido montar, pienso.
El teletrabajo… ¿Es conciliación?
El teletrabajo es una reivindicación histórica de las familias que luchan por la conciliación. En un momento normal, Eva ganaría una hora y media al día si evitara los trayectos de casa a la oficina. Por eso, tiene en mente mantener el trabajo a distancia al menos un par de días a la semana. También podría asumir algunas tardes de teletrabajo en casa con la niña.
Pero con las circunstancias actuales, en la que las escuelas están cerradas, el teletrabajo se ha convertido en un sacrificio extra que se suma a las pesadas cargas que soportan habitualmente las mujeres con hijos.
La segunda semana del confinamiento, El Club de las Malas Madres lanzó una encuesta para analizar cómo llevaban la conciliación las familias en tiempos de cuarentena: 12.600 mujeres respondieron. Según el 97%, las principales barreras para el teletrabajo son las interrupciones de los hijos e hijas, seguido de la falta de concentración para el 67% de ellas. Además, 7 de cada 10 mujeres no ha podido crearse un espacio para trabajar y no puede separar el trabajo del cuidado familiar.
Las reinas del multitasking
Llamo a Esther, que va por el tercer plan de organización en casa. Está casada y tiene dos niñas, de 3 y 5 años. Al iniciar el confinamiento, ella y su marido convinieron que cada uno trabajase unas horas en el despacho que tienen en la buhardilla, a solas. Aislados y con música, el teletrabajo era todo ventajas.
A veces Esther se despertaba un cuarto de hora antes de ponerse a trabajar, y era igual o más eficiente, porque no tenía distracciones. Ajustándose al plan, trabajaba el resto de horas en el comedor junto a sus hijas. Pero el método no funcionó porque su pareja, Pedro, cuando estaba con las niñas, no podía trabajar. Y, si atendía al teléfono, las pequeñas se desmadraban.
Decidieron cambiar la manera de organizarse. Ahora ella trabaja todo el día en el comedor con las niñas y él, en la buhardilla. “Las mujeres somos más multitarea”, me dice. Pero después de unas semanas así, está agotada. Si la situación se alarga, contratarán a alguien que cuide de las peques mientras ellos trabajan.
Conciliación en un mundo poco equilibrado
Según datos de Malas Madres, el 45% de las mujeres declara ser la principal responsable de las tareas doméstico-familiares. Solo el 9% de los hombres declara serlo. En el momento actual, la corresponsabilidad ha empeorado en el 13% de los hogares y en el 66% se ha mantenido igual. Lo peor es que el 71% de las encuestadas pensaban que el reparto de las tareas en casa, no mejorará tras el levantamiento de la cuarentena. La conclusión es que el teletrabajo con hijos a quien más está perjudicando es a las mujeres.
Nosotras ya nos ocupábamos de nuestro trabajo fuera de casa, del cuidado de los niños, la cocina y la limpieza. Si bien es cierto que los hombres cada vez asumen más tareas domésticas, según los últimos datos del INE, todavía el 70% recae sobre nosotras. En cuanto a la carga mental, la planificación, el estar pendiente de todo, somos lideresas. Ahora, además, somos profesoras en casa.
-Cuando el colegio empezó a enviar deberes, hablé con mi marido -me cuenta María-. Se sorprendió cuando le pregunté cómo nos lo repartíamos, porque yo siempre me había ocupado de los temas del colegio.
Ahora cada uno es responsable de los deberes de una niña, pero él lleva dos días con mucha carga de trabajo y la niña de la que él se ocupa ha dejado de hacer tareas. Y es que incluso con parejas corresponsables, que asumen las tareas y el cuidado por igual, la situación es difícil. Las cargas se han multiplicado y ganan terreno al descanso y al autocuidado. Los roces de pareja son fáciles en estas condiciones.
Y, ¿qué nos depara el futuro?
En el medio plazo no se ve un final fácil a esta situación. El gobierno ya ha anunciado que, a partir de septiembre, la escolarización tendrá que ser un híbrido entre lo presencial y lo telemático. Pero los niños en la etapa infantil, de 3 a 6 años, no pueden mantener la distancia social. ¿Volverán a las aulas así? Sin colegios y sin poder acceder a los abuelos, que eran los grandes cuidadores y ahora son población de riesgo, algún miembro de la pareja tendrá que renunciar al trabajo.
–Si antes de la crisis, según nuestros datos, 6 de cada 10 madres renunciaban a su carrera profesional por falta de conciliación, ¡imagina ahora! Es un desastre -afirma Laura Baena, fundadora de Malas Madres.
En España hay 8 millones de hogares con hijos. En la nueva normalidad algunas familias delegarán los cuidados en otras mujeres. Las que no se lo puedan permitir, renunciarán a su independencia económica y a su desarrollo profesional. Si no se actúa con celeridad y poniendo a la familia en el centro, la nueva normalidad va a empujar a millones de mujeres a confinarse con sus hijos. Para evitar esto, la respuesta debe ser completa y concertada entre gobierno, empresas, y actores sociales, como escuelas y familias.
Se hacen más necesarios que nunca los modelos de conciliación testados en otros países, aprovechando las ventajas de la tecnología para evitar casos como el que me contaba Clara, una madre del colegio de mis hijos, que también ha estado hasta los topes de trabajo:
-Ayer le dije a mi hijo que sentía mucho no haber podido jugar con él en todo el día. Y me respondió que sentía mucho si me había molestado cuando trabajaba.
Su hijo tiene 5 años.
Samanta Villar
Periodista, escritora, presentadora de televisión española y madre de mellizos. Conocida por sus programas de formato docu-reality, galardonada con un Antena de Plata, un Antena de Oro y el Ondas.