Cuidar el medioambiente es una preocupación creciente en todo el planeta. Tanto los organismos nacionales e internacionales como la ciencia exploran constantemente nuevas vías para dotar a las ciudades de alternativas sostenibles: vehículos no contaminantes, ciudades verdes, iniciativas empresariales ecológicas… Pero una de las apuestas más interesantes de los últimos tiempos es la integración de la energía eólica en las ciudades. Algunas de las distintas iniciativas ya se han implantado.

¿Cómo funciona la energía eólica en las ciudades?

En el imaginario colectivo están los parques eólicos. Terrenos plagados de enormes aerogeneradores que aprovechan la fuerza del viento para convertirla en energía eléctrica. Dichos parques funcionan a gran escala, pero la tecnología para crear energía eólica en las ciudades es distinta por varios motivos:

  1. Está pensada para el autoconsumo. Se concibe como una instalación para el uso exclusivo de la comunidad en la que se encuentra y así bajar las emisiones de CO2.
  2. Deben integrarse en el paisaje. No solo han de cumplir con los criterios de sostenibilidad, sino también ser estéticamente amables con el entorno.
  3. Tienen que cumplir con ciertas medidas de seguridad. Por este motivo, así como por el ruido, sería imposible la instalación de un aerogenerador estándar en un entorno urbano.

Estas son las instalaciones de energía eólica en las ciudades más impactantes, tanto por diseño como por funcionalidad.

Arbre à vent: integrados en la vegetación

Cuando a Jérôme Michaud-Larivière se le ocurrió este invento, que ya han adoptado en distintas ciudades de Francia, Suiza o Alemania, pensaba precisamente en ese viento que no sentimos, pero que mece las hojas y merece ser aprovechado. Con esta idea puso a su equipo de ingenieros a trabajar para crear los árboles artificiales New Wind. No solo se integran perfectamente en cualquier paisaje (tienen la forma de un árbol), sino que además sus hojas de plástico son pequeñas turbinas eólicas que penden de un tronco de acero.

Existen varios modelos (de hecho, todos ellos se pueden personalizar por colores, número de ramas, etc.) y miden entre 3 y 11 metros de altura. Además, tal como indican en su web, cada uno de ellos evita la emisión de más de 3 toneladas de CO2 a la atmósfera. Un árbol produce energía para iluminar 15 farolas y podría suministrar energía a un coche eléctrico para más de 16.000 kilómetros.

Flower Turbines: tulipanes para pequeños espacios

Una de las últimas creaciones para que se produzca energía eólica en las ciudades son estas turbinas en forma de tulipán que no solo son eficientes, sostenibles y estéticas, sino que además potencian su eficacia cuando van juntas. Cada una de las Flower Turbines mejora el rendimiento de su vecina entre un 20 y un 50%, lo que las hace especialmente productivas en grupo. Cuando el viento entra en una turbina, esta invierte su dirección para golpear la segunda pala. Las Flower Turbines son perfectas para lugares en los que el espacio es limitado, algo común en las grandes ciudades. Además, combina perfectamente con la energía solar, de modo que una complementa a la otra y se evita el costoso almacenamiento en baterías.

Turbine Light: aprovechar el viento que generan los coches

¿Iluminar las carreteras con el viento que producen los coches al circular por autovías? Eso es lo que propone Turbine Light. Estas turbinas se sitúan en el sistema de alumbrado de autovías, a la altura de los coches, y se alimentan con las corrientes que estos producen a su paso. Una idea que aún se encuentra en fase de prototipado pero que promete un importante ahorro en electricidad.